En este siglo XXI se observan cambios en las relaciones de pareja; el amor y la vida en pareja han sufrido importantes cambios provocados por factores socioculturales, afectando la calidad de vida de los integrantes de la pareja la economía, el trabajo, la rutina de las obligaciones, las responsabilidades con los hijos, entre otros factores; los cambios han contribuido al malestar emocional de muchas parejas, así como los medios de comunicación transmiten un mensaje que parece indicar que la forma de vivir mejor no es la pareja y de hecho así se va plasmando en la sociedad (De la Puerta, 2013).
El amor tiene sentidos diferentes en función de la época, el origen cultural, la clase social, la edad, la identidad de género, la orientación sexual, la ideología, la política y los aspectos reproductivos. Lo importante independientemente de la época es la satisfacción de la pareja. Las personas buscan vivir en pareja y ser felices. Las relaciones basadas en el respeto, la comunicación, la afectividad y la pasión, son fundamentales para una sociedad sana (Castro, 2015).
La pareja y la construcción hacia la familia presenta un ciclo de vida que ha experimentado cambios a lo largo de la historia, la transformación en los propósitos de su configuración. Es decir, las transformaciones en la convivencia y la procreación a lo largo de la historia y de las culturas, ha generado diversos modelos de familia desde la nuclear estructurada hasta conformadas por parejas del mismo sexo, con o sin hijos, familias sin hijos, familias monoparentales, entre otras; lo que lleva a pensar que existen variaciones en las etapas del ciclo de vida familiar (Moratto, 2015).
Por su parte, Cheal, (1991) sostiene que la vida familiar atraviesa un ciclo de nacimiento, crecimiento y declive. El ciclo comienza cuando dos personas de sexo opuesto forman una pareja y finaliza con la disolución de la unión cuando una de las dos personas muere, la pareja está sujeta a influencias externas como las normas, los tipos de familia predominante, y a influencias internas, tales como las crisis del desarrollo, las normas relacionales, los estilos de apego, entre otros (Pagés, 2004).
En esta esta misma vía, Glick, Berman, Clarkin y Rait, (2001), aluden que: Se han planteado seis fases del desarrollo en el ciclo de vida familiar y de pareja, que le permiten adaptarse a las diferentes exigencias del medio, que van desde el matrimonio hasta la muerte de uno de los cónyuges y pasan por sucesos importantes como nacimiento de los hijos y luego su entrada a instituciones educativas, el desarrollo laboral de los padres, entre otros (Moratto, 2015). Cabe anotar que Mattessich y Hill (1987) argumentan que el cambio de un estadio a otro a lo largo del ciclo de vida, se debe a constituyentes biológicos, sociales y psicológicos de las personas que componen las familias. Estos cambios son: a. Preparase para el rol de hombre o mujer, b. Independizarse de la familia de origen, c. Iniciar la formación de una identidad de pareja, d. Generar una intimidad de pareja, e. Adaptarse a los roles y tareas de una casa, f. Manejo del poder.
A través del tiempo, la sociedad ha ido evolucionando en diversas situaciones y esto ha ido modificando conductas, estilos de vida y pensamientos de las personas, por eso se hace necesario comprender los cambios que se han ido presentando, para ello es importante realizar un estudio sobre cuáles y cómo son los aspectos psicológicos y emocionales que influyen en la construcción, permanencia y satisfacción emocional de las parejas.
Se considera atribuir estas dificultades de las parejas exclusivamente a la falta de preparación psicológica para afrontar los problemas y conflictos que son inherentes a vivir en pareja en el momento actual. Pero también se considera la interrelación de las estructuras cognitivas y emocionales de los miembros de la pareja. O el motivo y expectativas por las que se unió esa pareja.
La concepción de la pareja no es ajena a los nuevos paradigmas. Las parejas actuales buscan ser más auténticas, saben que los dos son importantes, necesarios, se complementan, quieren vivir en y con amor, y tienen esperanza de conseguirlo (Nigro, 2009). Debido a esta evolución las formas de relacionarse de las personas se han modificado, “Las experiencias con una pareja, para quienes la han tenido, conllevan en muchos casos procesos reflexivos y se presentan diversas prácticas, entre otras: los novios, los amigovios o amigos con derecho y los noviecillos informales. En todas estas relaciones pareciera haber una necesidad importante de experimentar lo nuevo y una mayor libertad para hacerlo” (Bauman, 2003;26) .
La satisfacción en las relaciones de pareja ha sido un tema de preocupación para terapeutas de parejas, investigadores y profesionales del área de la salud. El enamoramiento es una emoción y tiene un fuerte componente de pasión, afecto, ternura, sexo. Por eso uno de los principales objetivos de la pareja de esta nueva era es hacerse la vida agradable. Pero una emoción es pasajera, porque está sometida a la ley de la habituación. El enamoramiento se pasa y muchas parejas, basadas solamente en esa emoción se disuelven, “se pierde la ilusión”; “no se siente lo mismo”.
Para ello es preciso desarrollar la intimidad emocional y la validación. Intimidad emocional supone abrirse y contar los sueños, las expectativas sobre la vida, los miedos, hasta las más grandes inseguridades y recibir aceptación por parte del otro. Cuando se está enamorado se pone completamente en manos de otra persona y de esta forma se construye la intimidad emocional.
Pero conforme pasa el tiempo los conflictos van apareciendo y las parejas van lastimando su autoestima y la autoestima del otro, se hiere al otro en nombre de amor, de acuerdo a sus propias interpretaciones, en el que cada uno defiende sus creencias, sus puntos de vista y sus expectativas sobre la vida y el futuro, sin tener conciencia de que aunque las creencias constituyen como personas y dan sentido a la existencia, hay creencias erróneas y disfuncionales y es posible cambiarlas para el propio beneficio, el beneficio del mutuo.
Para hacer este cambio hay que tener apoyo ambiental (amigos, terapia, familia, hijos y conocimiento) para así establecer el auto apoyo y decidir. La decisión no siempre lleva a la separación. Sí lleva al replanteo de lo que se quiere para sí, de lo que se espera del otro conmigo, y lleva a que los dos construyan una relación de pareja sana. Para lograr la intimidad emocional, para tomar decisiones, y para convivir es preciso saber comunicarse, escucharse y respetarse. Para resolver los problemas también. La capacidad de comunicarse y de resolver los conflictos es fundamental para la continuidad de la pareja.
En las relaciones de pareja se van compartiendo elementos como el apoyo mutuo, se refiere al compromiso de estar juntos en la salud y la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas, de apoyarse mutuamente y de ser el sostén ante las dificultades y amenazas de la vida y el apoyo en el desarrollo personal y social. También se construye un método para tomar decisiones y se establece una estructura de poder, y que es aceptada por los dos. La toma de decisiones es una de las fuentes de conflicto importantes en la pareja. Donde el desacuerdo no desaparece sino que los dos tienen la intención de resolverlo, convirtiéndose en una oportunidad más de aprendizaje y de enriquecimiento del vínculo. La pareja es una co-construcción de dos individuos que celebran las diferencias, por las cuales hasta sienten cariño y mostrarse amable con el otro (Nigro, 2009).
El aprendizaje de cómo es en la pareja ese apoyo mutuo se da dentro de la familia en la que se nace. Una de las primeras conductas que se desarrolla en ella es la de apego. Definida como la búsqueda de protección ante amenazas externas y, en el niño, se concreta de forma principal en buscar la protección de la madre. Se define la teoría del apego como una forma de conceptualizar la propensión de los seres humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás y de extender las diversas maneras de expresar emociones de angustia, depresión, enfado cuando son abandonados o viven una separación o pérdida (Bowlby 1983).
Los conflictos más comunes en las parejas actuales distan mucho de los que tuvieron los abuelos. En tres o cuatro décadas las relaciones de pareja han cambiado. De hecho, han surgido nuevas fuentes de conflicto, ya que los roles de género, la inmersión de la mujer en aspectos académicos y laborales y las estructuras familiares han sufrido grandes transformaciones.
Esto puntos son sólo aspectos para tener en cuenta, sabiendo y respetando la enorme complejidad de las relaciones de pareja y con la enorme dificultad que implica cambiarlas. El proceso de cada uno, más el mutuo comienza con el tomar conciencia que son dos individuos que forman una relación de pareja que se desea sea satisfactoria y que tienen un proyecto en común, en donde importa el bienestar de la pareja y donde se tiene una actitud de cooperación, conociendo las diferencias que unen y la que alejan a la pareja.
Existen personas que buscan estabilidad en sus relaciones, pero para un grupo importante pareciera que las opciones se han diversificado debido a los cambios en los estilos de vida, continuas actualizaciones y transformaciones en todos los ámbitos, y que “los vínculos sociales se están volviendo reflexivos, de manera que tienen que ser establecidos, mantenidos y renovados constantemente por los individuos” (Beck y Beck- Gernsheim, 2003,89).
Cada persona que decide iniciar una relación con otra requiere tener en cuenta que la elección de pareja no se da al azar, como muchas teorías psicológicas lo han demostrado, pues tiene que ver con el inconsciente pero sutilmente reflexionada ya que se ven involucrados diversos factores, entre los principales, los sociales y culturales. Las relaciones amorosas en la adultez emergente, plantea Rivera (2011), presentan múltiples alternativas y denominaciones dependiendo de niveles de involucramiento emocional, exclusividad, intimidad sexual, permanencia en su relación y formalización, esto basado en el contexto social donde coexisten concepciones del amor, del sexo, del placer y de diversas formas de vincularse (Ferrer, Bosch, Navarro, Ramis & García, 2008).
Por su parte Bowlby (1983) aplica su teoría en la etapa adulta, menciona que se manifiesta en los tipos de vínculos que se establece así como la satisfacción y calidad de las relaciones de pareja, por eso es importante tener un apego sano, ya que hay ocasiones que el no tenerlo se lleva a tener relaciones distorsionadas que son el comienzo de un proceso patológico o un factor de riesgo para las personas.
Las relaciones de pareja se han convertido en objeto de estudio desde diferentes perspectivas, médicos, científicos, psicólogos, terapeutas, hasta filósofos, poetas y escritores; muchas personas buscan saber de que manera las relaciones de pareja sean satisfactorias o como eliminar los problemas para hacer una relación de pareja funcional. Hay parejas que tienen problemas o disgustos entre sí y su relación es funcional y satisfactoria; y algunas otras relaciones sin especificar los motivos son disfuncionales e insatisfactorias.
Los factores que influyen en los problemas de pareja, son desde económicos, familiares, infidelidades, laborales, psicológicos y emocionales, estos últimos son el interés de la presente investigación: identificar creencias y esquemas que intervienen en los problemas de pareja para que continúe unida de manera satisfactoria y puedan resolver los conflictos, esto contribuye a que las parejas se mantengan unidas y estables, en armonía; y esto se refleja en la calidad de sus interacciones y a su vez en una mejor calidad de vida, tanto para la pareja como individuos, como para los hijos que tengan. Y finalmente van a repercutir en una sociedad sana emocionalmente.
Es necesario determinar la permanencia en la pareja, a pesar de los conflictos, y si esa permanencia es satisfactoria o solo se está soportando la convivencia, por comodidad, hijos, cuestiones económicas, etcétera. Y que costos y repercusiones trae a las personas soportar una relación de pareja por esos motivos. Ansiedad, depresión, problemas de sueño, la salud mental de los hijos dentro de un ambiente difícil y viviendo en hogares hostiles. Por ello resulta importante identificar la interrelación entre los esquemas y creencias de cada persona, como abordarlos y como influyen los estilos de apego y como conocerse mejor las personas para comunicar lo que necesitan, de esta manera conseguir relaciones más satisfactorias y no sólo tratar de buscar el por qué algunos permanecen juntos y otros por qué se separan.
El problema de formar una relación de pareja y permanecer satisfactoriamente es grave, han disminuido los matrimonios en comparación al 2017 en el que fueron celebradas 11 mil 745 bodas civiles. en San Luis Potosí, SLP. En México, cada 28 parejas de 100 terminan divorciándose de acuerdo con lo informado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), creada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la que se menciona que ahora las personas prefieren vivir en unión libre, lo cual refleja un menor índice de uniones legales; en todo 2018 apenas se celebraron 11 mil 565 matrimonios en todo el estado.
El INEGI dio a conocer que hay una disminución de 1.53 por ciento de matrimonios en el 2018, a diferencia del 2017 en San Luis Potosí, en el que fueron celebradas 11 mil 745 bodas civiles.
Las entidades federativas que presentan las tasas más altas de matrimonios por cada mil habitantes mayores de 17 años fueron Quintana Roo (9.5), Guanajuato (7.8), Sinaloa (7.5) y Sonora (7.4). Las que presentaron las tasas más bajas fueron Ciudad de México (3.8), Puebla (4.1), Baja California Sur (4.2) y Tlaxcala (4.4).
En febrero de 2018 se registró el mayor número de matrimonios (68 mil 214) con un leve descenso respecto al año anterior (13.9 por ciento), seguido de diciembre con (54 mil 415) y marzo con (41 mil 903).
Los divorcios aumentana nivel nacional, el número de divorcios ha incrementado con relación a los matrimonios, al pasar de 15.1 divorcios por cada 100 matrimonios en 2010, a 28.1 en 2017, lo cual refleja que la proporción está cerca de duplicarse.
Además, de los 528 mil 678 matrimonios registrados en 2017, 526 mil ocho fueron uniones entre hombre y mujeres, equivalente al 99.5 por ciento, mientras que dos mil 670, equivalentes a 0.5 por ciento fueron uniones entre personas del mismo sexo. Por otra parte, en 2017 se registraron 147 mil 581 separaciones, de las cuales, 147 mil 368 fueron de parejas de diferente sexo y 213 por personas del mismo sexo.
La entidad potosina se posiciona en el décimo primer lugar nacional en tasa de divorcios, con una incidencia de 15.6 casos de separación legal de parejas, por cada diez mil personas y un total de 4 mil 417 disoluciones de matrimonios no legales, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2019. No hay información de las parejas que se separan físicamente y no llegan al divorcio o bien parejas que viven en la misma casa aunque tengan cada quien su propia vida y no compartan los mismos ideales con los que se casaron.
En los resultados de la Estadística de Divorcios 2018, se refleja que la figura del divorcio incausado, es decir, la modalidad de divorcio en la que no necesita una causa para la disolución del matrimonio, ha tenido un efecto estadístico significativo en el número de divorcios, en virtud de ser una nueva forma de disolver el vínculo matrimonial. En ese contexto, destaca que el año 2019 se registraron 156 mil 556 divorcios y 501 mil 298 matrimonios en el país, es decir que ocurrieron 31.2 divorcios por cada 100 matrimonios (INEGI, 2019).
El propósito de la presente investigación es analizar y determinar cuáles son los constructos psicológicos y emocionales que favorecen que una pareja se mantenga estable y en armonía, con mayor satisfacción en su relación y que sea una pareja funcional que refleje la calidad de sus interacciones en la salud mental de los integrantes de la pareja y de la familia, tanto para la pareja como individuos, como para los hijos que tengan.
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